lunes, 8 de agosto de 2022

ARRUGAS EN LA SABANA " Ellas charlan en el estudio" y " Se encuentran" I y II entrega del 16º Cp.


            Ellas  charlan en estudio
                                                  
El comienzo del año significa para Salvador un cambio en su trabajo, con la incorporación al nuevo puesto en el periódico. Tiene que desplazarse todos los días a Donosti. El trabajo le absorbe todo su tiempo, hasta que se ponga al día en el cargo. La relación que puede mantener con Carmina es a través del teléfono, no le permite mantener los encuentros con la asiduidad y periodicidad que ellos deseaban. El periodista le llama por teléfono cada vez que tiene la ocasión.

Mientras tanto el tiempo pasa, Carmina sigue con su familia, con la preparación de su próxima exposición y los trabajos en el estudio. Entre otros, la realización del retrato de Charo. Un día convenido de antemano con la pintora, Charo acude a su cita para posar.

— ¡Hola! ¿Qué tal pasasteis las Navidades?-le saluda la pintora.

— Muy bien, las pasamos tranquilas en familia -le respondió Charo- ¿Y vosotros?

— Nosotros con los hijos. -¡Charo! Siéntate en la silla, gira el cuerpo a la derecha, baja la cabeza y mira hacia el mi.- le indicó la pintora-

— ¿Así, Carmen?

— Si quédate así en esa pose.- Carmina comenzó a trazar la silueta en el lienzo
                      
Ejercicio de dibujo de cara 
   

Carmina y Charo, mientras tanto, retomaron la conversación que habían iniciado la anterior vez que se vieron.

— ¿Qué tal va lo vuestro? ¿Ya ha ido al médico tu marido?-le preguntó la pintora.

— ¡No, qué va! Que yo sepa no, ya se lo dije pero, no me hace caso, en nuestra relación seguimos igual de pasivos que antes. Además ahora, que pasa más tiempo en Donosti con su nuevo cargo, casi ni nos vemos.

— Tendréis que trasladaros a vivir allí toda la familia ¿no?

— ¡No! De momento no, yo tengo que cuidar a mi madre, que cada día está más delicada y no la puedo dejar sola. Y mis hijos estudian los dos en la universidad en Bilbao y les resultaría más larga la distancia de vuelta a casa -¿Has vuelto a ver a mi marido?-Le pregunta de repente.

— No, hace tiempo que no lo veo.

— Oye, Carmen, no sé qué te ocurre, pero te comportas como una pésima embustera.

La pintora la miró con sorpresa, con el carboncillo en la mano. 

— No, siéntate y cuéntame lo que te ocurre a ti le dice Charo. ¿Se trata de una aventura que tienes con él? ¿O es una de esas pasiones que destrozarán nuestra amistad? 
¿O... se trata más de un capricho pasajero que pronto se os ha de pasar por lo que no vale la pena preocuparse?

Carmina no contestó. Pasaron varios minutos más, como si no tuviera nada que ver con las preguntas que ella le había hecho, pero ella si sabía perfectamente que si tenía importancia. Pero delante de Charo disimulaba.

— ¡No, mujer, por favor...!

Carmina permaneció en silencio un momento. Cuando finalmente hablo lo hizo muy serena.

— Lo que acabo de oír no es agradable Charo. No podrá serlo para ninguna mujer ansiosa de conservar intacto el respeto por su marido.

— Pero yo ya te dije que me sentía capaz de soportarlo todo y lo haré, con tal de tenerlo a mi lado. Mira si estoy dispuesta a todo que te voy a pedir un favor: Creo que tienes suficiente confianza con mi marido, y te ruego que seas tú la que le recomiendes que acuda al médico. Quizás te hará más caso a ti que a mí.

— Charo, hace mucho tiempo que no le veo. He mantenido con tu marido una buena amistad, no lo voy a negar. Es muy buen amigo mío y le considero un caballero, pero de ahí a ser yo quien le recomiende acudir al médico, me parece excesivo.

— Pues yo creo que tu recomendación va a ser más efectiva que la mía.

Carmina se levantó de la silla y fue al armario, cogió la máquina de fotos y le sacó una.

— Con la fotografía y el boceto que te he hecho creo que me arreglaré por ahora y cuando necesite que poses otra vez te llamaré.

— ¿Y... me llamarás si decides hablar con mi marido del tema?

— Me lo pones muy difícil pero, lo intentaré al menos.

Charo se vistió el abrigo y se despidió de Carmina con un no te olvides por favor...

 Se encuentran
                                                        
Pintura de Ernest  Descals

Carmina y Salvador pasaron casi dos meses sin verse físicamente, desde el día que le llevó el regalo al estudio. Se encontraron por casualidad en la calle cerca del estudio de ella. Al verse el deseo de estar juntos surgió en sus miradas y no lo pudieron disimular. Se saludaron con un apretón de manos y un beso en la mejilla. Salvador mantuvo las manos de Carmina entre las suyas. Al notarlas frías, las frotó para calentárselas. Carmina las retiró al darse cuenta que estaban en la calle, a plena luz del día. Sin duda, Salvador quiso retener el contacto pero al darse cuenta del movimiento brusco de ella, su rostro palideció y no parecía ahora tan tostado.
Salvador notó cierta tensión en ella y le preguntó:

— ¿Tienes alguna cosa que hacer? ¿o tienes prisa?

— Si... Iba a casa a comer que tengo un poco de hambre. –le respondió ella dudosa.

Él le invitó a tomar algo en un bar cercano, aprovecharon ese encuentro para hablar sobre su nuevo trabajo. Mantuvieron una cordial y amena conversación mientras esperaban la llegada del camarero. Salvador era un hombre increíblemente bien informado sobre arte y literatura, de agradable conversación y no el aburrido galán que le había contado Charo. El periodista se fijó que Carmina lucia en su cuello el colgante que le había regalado y le comentó que lo tenía un poco torcido. Se lo enderezó, le acaricio la cara y después le cogió la mano. Estrechó la mano de Carmina con firmeza y aunque el apretón había sido cordial, su rostro no lo reflejaba. Era como si Carmina estuviera huyendo de él dejándole frio e impasible. La cordialidad que había en el apretón de manos no era ya una corriente, sino el resto de la que quedaba de ella.

Por fin, llegó el camarero, les sirvió un café, una banderilla y un botellín de agua.
Salvador le preguntó por sus hijos y Carmina le reprochó que estuvo centrada en sí misma y en su relación con él. Sentía que había abandonado su faceta como madre.

— Eso es absurdo- replicó Salvador amablemente, necesitas un tiempo para ti, los hijos viven su vida de estudiantes, además son unos chicos magníficos.

Salvador le dijo que la necesitaba, le pidió poder estar un rato juntos en el estudio. Salvador levantó la vista de la mesa, tenía un resplandor inequívoco en la mirada y captó la expresión de Carmina. Ella le escuchaba mientras bebía un sorbo de agua. Estuvo a punto de atragantarse porque la propuesta no la entendió como un rasgo de humor sino, más bien, le había sonado como una llamada angustiosa.

Permaneció silenciosa un momento, suspiró como si estuviera meditando lo que le había pedido Salvador. Cuando finalmente habló, lo hizo con un tono suave y serio:

— Salva cariño, tenemos que hablar. Ya sabes que tu esposa me ha visitado en el estudio porque, le estoy haciendo un retrato. No quería romper la confidencia que me había contado ella pero es una oportunidad perfecta para decírtelo.

— ¿Qué te ha dicho?

—Quiero decirte algo, debo comentarlo Salva, pero...creo que Charo está muy alterada, porque sexualmente no le haces caso. Me dijo que no hiciste el amor con ella, ni antes ni durante, ni después del viaje.

— ¡Tienes razón! -le afirmó moviendo la cabeza a la vez-

— En la visita me dejó entrever que sospecha algo de lo nuestro. Además me pidió que te aconsejara que visites al urólogo, porque cree que me harás más caso.

— ¿Crees que debo ir?

— Yo creo que sí, ya no por Charo sino por ti mismo.

—Yo iría al urólogo por ti, si estuviese o viviera contigo. Pero lo que pasa, es que si voy y lo sabe mi esposa, ya no podría disimular ante ella. Cariño, con ella no tengo relaciones sexuales desde que te he conocido a ti.

— Pero es tu esposa y sé que la quieres, y debes de tener alguna relación ¿no?

— ¡No! Con ella ni se me sube, ya no me atrae como mujer. Solo me atraes tú.

Carmina se volvió a quedar pensativa, sabía que le decía la verdad. Se lo había demostrado muchas veces, pero también notaba que en sus relaciones sexuales fallaba en la penetración y ella no se atrevía a decírselo tan directamente.

— Salva, cariño, eres un hombre relativamente joven para que tengas unas relaciones sexuales tan limitadas. Llevamos dos meses sin vernos físicamente y té echo mucho de menos.-le susurró suavemente- No te obligo, si no quieres no hagas nada, solo te recomiendo por la edad que tienes, te hagas un chequeo. Que sea el médico quien diagnostique o descarte lo que te pasa.

— Iré algún día a un buen urólogo y me haré un chequeo. Pero ahora necesito estar contigo ¿Vamos a tu estudio?

— No, no puedo. Ya nos veremos más adelante, cuando resuelvas tus problemas.

Continuará...






derechos registrados

ª  Carmen Píriz García - registro: 0910304797905Entrega anterior



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